“Me cuesta digerir el año, no fue el que pensábamos todos. Eso no se acepta fácilmente, y para borrarlo hay que tratar de que las cosas vayan bien” – Carlos Bianchi, post Gimnasia.
Enero del 2013 encontró a un Boca con Carlos Bianchi, con la vuelta de Riquelme. Junio, tras un semestre con traspiés, tuvo el regreso de Fernando Gago y de Daniel Díaz. Pero ya es diciembre y se busca por qué brindar, pero no hay argumentos. “Al hincha lo dejamos con apetito”, confesó un Bianchi más autocrítico que nunca. En la introspección hay que buscar las causas de un año que no se debe volver a repetir.
Lesionados y cambios de nombres fueron las constantes que atravesaron estos doce meses de azul y oro. La falta de una idea madre, fruto de la improvisación permanente y también de la dependencia sobre las individualidades, causó que los buenos pasajes de este equipo tuvieran que ver con altos niveles personales o un grado de compromiso colectivo superador (Corinthians y River, los puntos altos en este aspecto).
Llegarán dos refuerzos y, por ahora, el ojo está puesto (una vez más) en la defensa. También habrá que mirar el mediocampo, de escaso poder ofensivo en estos últimos seis meses. Hay algunos nombres que deberán respetarse: Orion, Díaz, Gago, Riquelme y Gigliotti, en buena salud, pueden crear una columna vertebral firme. Se vendrá otro enero cargado de ilusiones, por el optimismo per sei de Boca antes de las batallas. A no decepcionar.
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